Junio trece, día de fiesta. Junio trece, noche de magia.
Al bajar las escaleras hacia ese otro mundo bajo tierra, mi pretexto era el festejo personal al espíritu del amor y las cosas perdidas. Cuando entré, una mirada se posó sobre mí, me llamó. Me quité la capa y el sombrero para después mezclarme con los otros habitantes del lugar.
“¿Por qué tan solo?” dijo él y me miró con esa dulzura que le caracteriza, con ese aliento de vida que le ha abierto todas las puertas. No sé si respondí, ya no lo recuerdo, sólo sé que después de un rato conversábamos de las 7 esferas del universo.
El espíritu que me hablaba me contagiaba con su sonrisa cada vez que se me acercaba, me hacía fantasear, pero sobre todo me desconcertaba. Hablaba de fuego y aire, de alquimia sagrada mientras la música mundana le rodeaba. Él hacía bailar los recuerdos de un pasado que nunca compartimos mientras ataba las notas a la partitura que es nuestro camino.
Ese mismo espíritu con manos de artesano, tomó el fuego de mí, lo hizo creación y aliento de vida, lo hizo la flama aurea que habita en el corazón y que es el halo de nuestra vida en los mil mundos que recorremos acompañándonos.
Al amanecer subimos a la luz, volvimos a la superficie tomados de la mano. Le besé de manera que ahora el desconcierto era suyo y tomé mi camino de nuevo a la deriva pero ahora distinto. Allá abajo habíamos celebrado el encuentro de nosotros, mientras que arriba estaban ya juntos nuestros caminos.
Aquel ser es la ciudad en la que vivo, es mi guía, mi equilibrio, la risa, la ternura. Corazón, es el corazón mismo de mi alegría. Le amo.
Dioses, santos, ángeles, ánimas de muertos y vivos nos acompañan, nos guardan mientras que nosotros dos juntos, intentamos encontrar belleza en el universo para hacer de nuestro sitio un lugar un poco más bello.
Besos de Luna, cariño de Sol, miradas de risa y abrazos de fortaleza son hoy lo que de حبي me alimenta. Sigo loco pero tomado de su mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario